martes, 20 de enero de 2015

El buen docente

Por : Jenny Rocio Salinas Atuesta



Mucho y de gran valor se ha escrito sobre lo que significa ser un buen docente que ninguno de los autores que he leído, ha dejado de mencionar aspecto que no sea fundamental, pero por lo general, la mayor parte de ellos dan gran énfasis a la forma como el docente debe impartir sus conocimientos y no con aquello que tiene que ver con los estudiantes. No pretendo descalificar a nadie, ni mucho menos contrarrestar importancia a la metodología, las estrategias, la didáctica y en fin todo lo que es imprescindible en el proceso enseñanza – aprendizaje, pero desde mi perspectiva, considero que para que los mensajes logren una retroalimentación eficaz y por ende, un máximo de comprensión de parte de nuestros estudiantes, debemos comenzar a darle mucha más importancia al hecho de que cada uno de ellos es un mundo diferente y que nuestro papel de docentes nos obliga a explorar esos mundos con miras a llegar a ellos por el camino más expedito para que el conocimiento fluya en la misma dirección y sentido en que lo impartimos.



De nada nos va a servir saber mucho acerca de nuestra área o disciplina, sino podemos llegar a los estudiantes conociendo esos fenómenos complejos que inciden en su comprensión y a los que me referiré más adelante. Un mensaje que no sea comprendido de acuerdo al propósito de su emisor o que tenga diferentes interpretaciones, produce un ruido comunicativo que termina en una distorsión. Una máxima Hindú señala: 


“Quien sabe mucho pero no sabe expresar lo que sabe, está en el mismo papel del que no sabe nada”.


A diferencia de lo que muchos han escrito, considero que hay que contextualizar los diferentes saberes que debe poseer un buen docente: Los saberes, desde su área, oficio o profesión; los saberes, desde las estrategias pedagógicas, metodologías y didáctica; los saberes desde las formas para conocer y estudiar a su estudiante y los saberes desde el conocimiento que debe tener de sí mismo como persona. 


Para que nuestro mensaje sea captado plenamente no solo debemos saber entregarlo de una forma clara y precisa, sino tener en cuenta todos los aspectos y factores que inciden en el proceso de comprensión. Solo si conocemos a nuestros estudiantes podremos hacernos comprender. Saber comprender las diversas variables que inciden en el aprendizaje de los estudiantes, hará que nuestra labor sea más productiva.


Aunque lo mencionado anteriormente no constituye nada nuevo sobre lo que debe hacer un buen docente, hay que reconocer que a la hora de enfrentarnos a nuestros estudiantes pasamos inadvertido lo mencionado anteriormente y nos dedicamos al desarrollo de los contenidos temáticos, antes que en auscultar verdaderamente al estudiante.

Los siguientes interrogantes, nos hará reflexionar acerca de lo que cada uno de nosotros hemos hecho y hemos dejado de hacer –ante nuestros estudiantes- en los aspectos que he mencionado anteriormente.

¿Qué sabemos de nuestros estudiantes? Cómo aprenden los seres humanos? ¿Cuáles son sus habilidades? ¿Cómo saber si en verdad están bien preparados? ¿Es posible enseñarle a quien no quiere aprender? ¿Cómo influyen las inteligencias múltiples en el aprendizaje de los estudiantes? ¿De qué forma explotamos esas inteligencias múltiples? ¿Cuáles son los estímulos y las estrategias que hemos utilizado para que nuestros estudiantes pongan en práctica constante lo que han logrado asimilar? ¿Qué hemos hecho para que ellos descubran las potencialidades que hay en cada uno de ellos? ¿El docente está realmente en capacidad de evaluar al estudiante a partir de su destreza? ¿Qué es lo que debo hacer para que aprendan mejor?, ¿Qué sabe usted de la comprensión y de todos los aspectos que lleva implícitos? ¿Cómo evaluamos su aprendizaje? 

¿Al momento de evaluarlos tenemos en cuenta que en cada uno de ellos hay diversas capacidades? ¿Por qué no todos tienen el mismo grado de comprensión?, ¿Por qué unos rinden más que otros?, ¿Cómo incide la condición social y económica de un estudiante en su proceso de formación?, ¿Qué papel juega su procedencia o lugar de origen, su entorno geográfico, político, religioso; su cultura, sus ideologías, sus creencias? ¿Sabe usted si lo que está enseñando le interesa de verdad a su estudiante y en qué le va a ser útil? ¡Es usted un docente creativo e innovador constante? ¿Qué importancia tiene lo psicológico en el aprendizaje? Cómo imparte conocimiento en grupo, si cada uno de los estudiantes es un mundo diferente? ¿Qué contacto -fuera del aula de clase- mantiene usted con sus estudiantes? ¿Cuál es el grado de confianza con ellos? ¿Soy un buen o un mal docente? ¿Cómo influye la habilidad comunicativa en el aprendizaje y cómo la aplicamos?, ¿Por qué todos los seres humanos tienen concepciones y visiones diferentes del acontecer y la realidad que los rodea y cómo afecta esto el proceso de aprendizaje? ¿Por qué hay tanta mortalidad académica? ¿Por qué tanta deserción?, ¿Por qué la educación en Colombia no está en un buen lugar a nivel mundial, ni siquiera latinoamericano? ¿Cuáles son los criterios que verdaderamente deben primar sobre lo que significa ser un buen docente?

El estudiante es el eje o núcleo central alrededor del cual gira todo el proceso de enseñanza, porque al fin y al cabo, es él, el objetivo de nuestra función y nuestra razón de ser. Los conocimientos del área, la destreza pedagógica, las capacidades profesionales, las cualidades humanas y personales hacen a un buen docente, pero no podemos suponer que todo nuestro conocimiento y saber va a ser asimilado de la misma forma por todos los estudiantes. ¡No!. Antes de impartir conocimiento debemos conocer sus debilidades, sus temores, sus dificultades, sus miedos, sus problemas y sus fortalezas. No todos tienen la misma facilidad de comprensión; Por eso es necesario explorar el terreno y si es el caso prepararlo a fin de que la semilla que cultivemos germine y su fruto sea productivo.



El resultado de una investigación cognitiva que fue publicado en la página www.monografias.com/trabajos12/invcient/invcient.shtml#intel, indica que “los estudiantes poseen diferentes mentalidades y por ello aprenden, memorizan, realizan y comprenden de modos diferentes. Existen suficientes pruebas positivas de que algunas personas adoptan una aproximación lingüística al aprendizaje, mientras que otras prefieren un rumbo espacial o cuantitativo. Igualmente algunos estudiantes obtienen mejores resultados cuando se les pide que manejen símbolos de clases diversas, mientras que otros están mejor capacitados para desplegar su comprensión mediante demostraciones prácticas o a través de interacciones con otros individuos.

El ser humano posee siete inteligencias múltiples

Según un análisis todos los seres humanos somos capaces de conocer el mundo de siete modos diferentes: A través del lenguaje, del análisis lógico-matemático, de la representación espacial, del pensamiento musical, del uso del cuerpo para resolver problemas o hacer cosas, de una comprensión de los demás individuos y de una comprensión de nosotros mismos. Los individuos se diferencian en la intensidad de estas inteligencias y en las formas en que recurre a esas mismas inteligencias y se las combina para llevar a cabo diferentes labores, para solucionar problemas diversos y progresar en distintos ámbitos.
Las personas aprenden, representan y utilizan el saber de muchos y diferentes modos.

Estas diferencias desafían al sistema educativo que supone que todo el mundo puede aprender las mismas asignaturas del mismo modo y que basta con una medida uniforme y universal para poner a prueba el aprendizaje de los alumnos.
Preparar una disertación ante nuestros estudiantes no solo implica un conocimiento claro del tema, sino un conocimiento pleno acerca de lo que cada uno de ellos representa. Entregar una información sin conocer el tipo de público a quien va dirigida es como sembrar una semilla en un terreno sin conocer primero qué tipo de terreno es; si es apto para el cultivo, sus características y condiciones. 

Richard Whately, indica que pretender enseñarle a alguien que no quiere aprender, es como sembrar un campo sin ararlo. 

Metafóricamente se puede señalar que lo que el buen docente debe hacer es preparar el terreno que en este caso es el estudiante para la que su labor de enseñarle sea productiva.  Una de las parábolas de Jesús que podría constituirse en una analogía perfecta de lo que se acaba de afirmar, es la siguiente: 

“Una vez salió un sembrador a sembrar; y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga.”



Insisto en que si nuestra preocupación radicara en saber realmente, ¿cómo aprenden los seres humanos?, entonces, comprenderíamos, que la importancia de enseñar, no solo, está en el conocimiento del docente y la didáctica; sino en saber determinar cuáles son los aspectos psicológicos, afectivos, contextuales y comunicativos que inciden en el aprendizaje del estudiante. 
Si penetramos dentro de la diversidad de roles en que viven los estudiantes, podríamos descubrir con claridad, la mejor forma de llegarles, de hablarles, de sentirlos, de saber cuáles son sus dificultades, sus miedos, sus debilidades, sus fortalezas, de saber qué es lo que quieren, para saber cómo piensan, cómo se comportan, cómo reaccionan, de donde vienen, cómo expresan lo que sienten, para comprenderlos, de tal forma, que solo necesitaríamos la aplicación de métodos coherentes, para avanzar mejor.

Reitero que no pretendo con todo lo anterior, contrarrestarle importancia a la didáctica y dar mayor importancia a los aspectos a los que aludido anteriormente. No. Porque todos tienen que ir de la mano. Lo que hay que saber, es articularlos debidamente, dentro de la diversidad de mundos en que está cada estudiante.

Tampoco estoy afirmando que se requiera de un método para cada estudiante, pero también es claro que los métodos no funcionan de la misma forma con todos los estudiantes. Por eso, mi insistencia, en que lo primero es conocer al estudiante, como ser humano, para establecer cuál es la estrategia que mejor puede funcionar, antes, que querer saber cómo somos nosotros como docentes.


Los autores - que he consultado - se han referido con el más absoluto criterio, autoridad y sapiencia a las condiciones humanas y profesionales que debe poseer el buen maestro, dejando muy claro que un docente no se hace, sino que se va formando a través del tiempo.

Quiero terminar este artículo con algunas reflexiones acerca de temas de interés, que dejan claramente demostrado que hay muchas falencias en el sistema educativo colombiano que se ven reflejadas en los bajos estándares de calidad de la educación a nivel latinoamericano; para ello he planteado los siguientes interrogantes:


¿Por qué se están sacando del currículo asignaturas básicas en la formación de los estudiantes? ¿Los criterios de evaluación docente de los colegios y Universidades corresponden realmente a lo que es un buen docente? ¿Qué puede saber realmente un estudiante de primeros semestres de una Universidad sobre lo que es un buen docente? ¿Cómo sabe un estudiante que un docente efectivamente sabe? ¿Es posible que un docente que solamente conozca la teoría, pero que no tenga la habilidad y la destreza para ejercer competentemente una disciplina, pueda ser buen docente? ¿Por qué el rendimiento de los niños de los sectores rurales en Colombia, está por debajo de los niños del sector urbano?, ¿En qué medida afecta a los estudiantes la problemática socio económica? ¿Existen espacios adecuados para que los estudiantes analicen, critiquen, reflexionen y propongan a la solución de conflictos y problemática del mundo actual? ¿Qué programas o estrategias se viene adoptando en las Universidades encaminadas a la orientación psicológica de los estudiantes con grandes dificultades?